La meta es un sueño. Uno que pocos alcanzan.
Porque las expectativas mueren con los pasos.
No es para nada, como creíamos que era el camino.
Pensábamos que iba a tener sus trabas, pero no nos preparamos para saltarlas.
Suponíamos que íbamos a tener cierto control, que por momentos se volvería fácil.
Pero con el paso del tiempo, se incrementó cada vez más su dificultad.
Permanecer y persistir es un concepto de vida o muerte.
Nos damos cuenta que no escuchamos nunca lo que nos decían. Eso eran cosas absurdas.
Y aquí estamos errantes, tratando de soportar un peso que nos supera. Pero aún así, no nos rendimos.
Porque sin saber explicarlo, hay algo dentro nuestro que nos provoca cruzar esa línea a toda costa.
Una voz guía, una sensación desconocida y a la vez familiar.
Ese presentimiento de que el éxito es inevitable.
Porque delante de las sombras que no nos dejan ver.
Detrás de los golpes que nos invitaron a claudicar.
Creeme que después de insistir reiteradamente, encontrarás el camino que te lleve a encontrar la salida.